En bolsa tenemos muchas maneras de poder invertir nuestro dinero, no está solo el comprar acciones. En este nuevo post, os voy hablar sobre los ETFs.
Para muchos inversores son un producto conocido y para otros no. Lo que si puedo decir, es que no debemos dejarlos a un lado.
Los Exchange-Traded Funds (ETFs) han revolucionado el mundo de la inversión desde su introducción en la década de 1990. Estos instrumentos ofrecen a los inversores una forma accesible y diversificada de participar en los mercados financieros, combinando lo mejor de las acciones individuales y los fondos de inversión tradicionales.
Repasando su historia
Los ETFs surgieron por primera vez en la Bolsa de Toronto en 1990 con el lanzamiento del Toronto 35 Index Participation Units, diseñado para rastrear el índice compuesto de Toronto. Sin embargo, el ETF que realmente impulsó su popularidad fue el Spider (SPDR), lanzado en la Bolsa de Valores de Nueva York en 1993, que seguía al índice S&P 500.
Desde entonces, los ETFs han experimentado un crecimiento explosivo y ahora abarcan una amplia gama de activos, incluyendo acciones, bonos, materias primas y más.
Como podéis leer llevan bastante tiempo, aunque no se han vuelto populares hasta hace pocos años.
¿Cómo funcionan exactamente los ETFs?
Los ETFs son fondos de inversión que cotizan en bolsa, lo que significa que se negocian como acciones en las bolsas de valores. A diferencia de los fondos mutuos tradicionales, cuyas acciones se compran y venden al final del día al valor liquidativo (NAV), los ETFs se pueden comprar y vender en cualquier momento durante el horario de negociación, al igual que las acciones individuales.
Suelen tener un objetivo de inversión específico, como seguir un índice de mercado, un sector específico o una estrategia de inversión particular. Por ejemplo, un ETF que sigue el índice S&P 500 poseerá todas o una muestra representativa de las acciones que componen ese índice. Esto permite a los inversores obtener exposición a un amplio espectro del mercado con una sola inversión.
Tipos de ETFs
Los ETFs se clasifican en varias categorías según su objetivo de inversión y la clase de activos que siguen. Algunos de los tipos más comunes son:
ETFs de índices de renta variable: Estos ETFs siguen índices de acciones y ofrecen exposición a un mercado específico, como el S&P 500, el NASDAQ o el FTSE.
ETFs sectoriales: Se centran en sectores específicos de la economía, como tecnología, energía, salud, etc.
ETFs de renta fija: Invierten en bonos y otros instrumentos de deuda, proporcionando ingresos fijos y diversificación a la cartera.
ETFs de materias primas: Permiten a los inversores acceder a materias primas como oro, plata, petróleo, etc., sin poseer físicamente el activo subyacente.
ETFs temáticos: Siguen tendencias o temas específicos de inversión, como la sostenibilidad, la tecnología disruptiva, la inteligencia artificial, etc
ETFs de Dividendos: Maximizando el potencial de ingresos
Los ETFs de dividendos son una categoría especializada de ETFs que se centran en acciones que pagan dividendos consistentes y confiables.
Se están volviendo muy populares entre los inversores que buscan generar ingresos pasivos a través de los pagos de dividendos, así como participar en el potencial de crecimiento del mercado de valores.
¿Qué son los ETFs de dividendos?
Los ETFs de dividendos invierten en acciones de empresas que tienen un historial de pagar dividendos sólidos. Estas empresas suelen ser maduras, estables y rentables, lo que les permite distribuir una parte de sus ganancias a los accionistas en forma de dividendos.
Al invertir en este tipo de ETFs, los inversores pueden obtener exposición a una cartera diversificada de estas acciones, lo que les proporciona un flujo de ingresos periódico en forma de dividendos.
Ventajas de los ETFs de dividendos
Ingresos pasivos: Los ETFs de dividendos ofrecen a los inversores la oportunidad de generar esos ingresos pasivos que buscan muchos a través de los pagos regulares de dividendos.
Potencial de crecimiento: Además de los ingresos por dividendos, muchas empresas que pagan dividendos también tienen un historial de crecimiento sólido a largo plazo. Esto significa que los inversores pueden beneficiarse tanto de los pagos de dividendos como del aumento del valor de las acciones a lo largo del tiempo.
Estabilidad y resistencia: Las empresas que pagan dividendos suelen ser “financieramente sólidas y estables”, lo que puede proporcionar cierta protección contra la volatilidad del mercado.
Tal como podéis ver lo he puesto entre comillas y es que ya sabéis que en el tiempo nunca se sabe verdaderamente que puede pasar con las empresas. Hace años había unas muy fuertes y hoy en día no están.
Diversificación: Los ETFs de dividendos suelen tener una cartera diversificada de acciones de diferentes sectores y regiones, lo que ayuda a reducir el riesgo específico de cada empresa.
Cómo elegir un ETF de dividendos
Al seleccionar un ETF de dividendos, es importante tener en cuenta varios factores:
Rendimiento del dividendo: Busca ETFs que tengan un historial sólido de pagos de dividendos y un rendimiento atractivo en comparación con el mercado en general.
Costos: Considera los gastos totales del ETF, incluyendo la comisión de gestión y los costos de transacción. Los de bajo costo tienden a ser más atractivos para los inversores a largo plazo.
Diversificación: Busca los que tengan una cartera bien diversificada de acciones de diferentes sectores y regiones geográficas.
Algunos ejemplos de ETFs de dividendos populares incluyen el Fidelity Global Quality Income UCITS ETF, Vanguard FTSE All-World High Dividend Yield UCITS ETF Distributing o el SPDR S&P Global Dividend Aristocrats UCITS.
Como habéis podido leer, no los deberíamos dejar a un lado y tenerlos en cartera. Ya todo depende de la forma que tengáis cada uno de invertir en los mercados financieros.
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